Lleva 35 años postrada y sin celebrar Navidad ni Año Nuevo
- Una octogenaria mujer, sobrevive en el barrio Costa Alegre en la más absoluta pobreza, postrada y enferma es atendida por su único hijo, de 65 años.
- Ambos se hallan imposibilitados de trabajar, por ello lo poco que alcanzan les ayuda para afrontar el día a día, aguardando la solidaridad de la gente.
Patricia Vera Benítez (85), reside en el barrio Costa Alegre en una precaria vivienda de madera y techo de fibrocemento con su hijo José Ramón Vera Benítez (65), ambos al amparo del cuidado mutuo y la escasez cotidiana, debido a que la avanzada edad no les permite ya ser empleables en algún oficio, la mujer incluso lleva 35 años postrada, movilizándose con ayuda de muletas, debido a problemas articulares.
La octogenaria mujer, bastante lúcida nos menciona que es oriunda de Curuguaty, del Departamento Canindeyú, nació en marzo de 1.930 y desde el año 1.942 reside en Coronel Oviedo, ya es huérfana de padre y madre, rememora que gran parte de su juventud vivió por Asunción y Villarrica, donde trabajaba como empleada doméstica, hasta hace un par de décadas.
La casita en la que viven se encuentra distante a unos 20 metros de un canal de agua, que conduce al arroyo San Luis, el cual con las jornadas de lluvia vuelve totalmente inundable el lugar, que ya ha sido objeto de “relleno” con tierra por parte de José Ramón, sumiendo la vivienda en una especie de dique, que ha enterrado mucho más su precaria vivienda.
Doña Patricia Vera es beneficiaria de la pensión de adultos mayores que otorga el Ministerio de Hacienda, percibiendo mensualmente G. 450 mil para solventar sus gastos; “El poco dinero que recibo por mes es destinado al pago de la electricidad, el resto va para unos pocos alimentos y la mayor parte del dinero, es destinado para compra de medicamentos”, nos dice la acongojada mujer, con la mirada fija en el horizonte.
En el lugar no cuentan con agua potable, debiéndose trasladar hasta la casa de vecinos, quienes les proveen el vital líquido para su consumo personal, para el aseo o el lavado de ropas en ocasiones utilizan el agua del arroyo que pasa cerca, o bien algunos vecinos les permiten asearse en sus domicilios o les lavan la ropa, manifiestan.
Debido a la situación de extrema pobreza en la que sobreviven y la escasez de ingresos económicos apelan a la solidaridad ciudadana, de manera tal a que puedan proveerles con alimentos, ropas, enseres de limpieza, agua y todo tipo de donativos que puedan permitirles hacer más llevadero su día a día.
La casa en la que residen queda a unos 200 metros de la Sub Comisaría 052 del barrio Costa Alegre (sobre la calle del Balneario Yvyraguy), pasando la intersección de la calle que conduce a Pindoty, se continúa derecho con destino a la fracción “Mangales” a unos 30 metros pasando el puente de madera, con dirección sur, se encuentra la casita de madera, sobre la margen izquierda.
“Con el sofocante calor de este verano a mi mamá le resulta difícil levantarse, cuando se pone en pie ya se marea y tengo miedo que se caiga y se lesione, por eso ni siquiera puedo salir por largo rato, nos hace falta un ventilador de pie, unas muletas nuevas o silla de ruedas para mamá, colchón, sábanas y que alguien nos repare nuestra heladera, que tiene problemas para mantener la carne y lácteos, que se nos pierden con mucha frecuencia”, expresó José Ramón.
Entre lágrimas, doña Patricia nos menciona que el pasado 24 de diciembre debió afrontar la peor Navidad de su vida; “Ni siquiera para compartir una cena digna de Navidad pudimos juntar víveres, mi hijo y yo nos tenemos el uno al otro, no tengo otros familiares, sobrevivimos con lo que la gente nos pasa”, expresó en otro momento la mujer.
Aguardan la solidaridad ciudadana en su humilde casita, de barrio Costa Alegre, de donde ambos prácticamente no se mueven, los interesados en contribuir pueden acercarles sus donativos previo llamado para que José Ramón les guíe, a su número celular (0982) 0982 442 334.