Dismorfia corporal, el trastorno de obsesión por la apariencia que crece en adultos y adolescentes

  • Los parámetros de belleza ideales se han impuesto en los últimos años, lo que desató una ola de patologías relacionadas con la búsqueda de la perfección del cuerpo.
  • Podríamos decir que, desde el boom de las redes sociales y la elevada exposición, estamos inmersos en una sociedad de la imagen, donde los parámetros de belleza ideales juegan un rol protagónico que puede empujarnos a la búsqueda de la perfección del cuerpo.
  • El Trastorno Dismórfico Corporal (trastorno de obsesión por la apariencia) ha crecido en los últimos años en adultos y adolescentes que desean verse “perfectos” y que, inmersos en esa obsesión, pueden hasta llegar a crearse defectos físicos fantasiosos.
Las personas con dismorfia corporal suelen tener muy baja autoestima || Cortesía

“Si bien en la actualidad, en esta sociedad competitiva y en la cual los parámetros de belleza ideales parecerían ser los de modelos (masculinos o femeninos) o estrellas de Hollywood, lo cierto es que tales ideales son inviables para la enorme mayoría de los mortales y, en menor o en mayor medida, una persona sana mentalmente sabe reconocer dicha imposibilidad y consigue aceptarse a sí misma”, explica Daniel Alejandro Fernández (M.N. 41.671), licenciado en Psicología con orientación psicoanalítica.

Sin embargo, advierte que cuando se habla de personas que sufren dismorfia corporal, dicha capacidad de comprensión es nula y “tienden a obsesionarse con mejorar el aspecto general de su cuerpo o una característica en particular que puede ser real o imaginaria”.

“De ahí que en muchos casos se puede llegar a padecer una profunda anorexia o se puede ser víctima de cirujanos inescrupulosos que no dudarán en operarnos reiteradamente la nariz, por ejemplo, aunque sea innecesario”, alerta.

Juana Poulisis (M.N. 97.898), psiquiatra y magister en Psiconeurofarmacología, precisa que el Trastorno Dismórfico Corporal es una “preocupación excesiva por algún defecto físico leve o inexistente de la apariencia”. Y agrega que también existe la dismorfia muscular, en donde el paciente se ve chiquito y quiere aumentar su tamaño muscular, haciendo horas de gimnasia y consumiendo suplementos, entre tantas otras cosas.

“En general, los pacientes pasan más de una hora pensando en esa cuestión física puntual como puede ser el acné, las cicatrices, la cara, la piel, la nariz, los dientes, hasta incluso la asimetría corporal. Esta preocupación genera una carga muy fuerte y una angustia significativa, lo que interfiere en el funcionamiento diario de las personas afectadas”, sostiene.

El posible origen del Trastorno Dismórfico Corporal

Según Fernández, este trastorno suele comenzar en la adolescencia, cuando se está construyendo la identidad y cuando pertenecer a un grupo e interactuar con pares se vuelve relevante.

“Cuanto mayor sea la necesidad de ser aceptado por los otros, mayor será la desesperación por verse bien. Es decir que quienes tienden a tener este trastorno son individuos de muy baja autoestima y que, erróneamente, consideran que su éxito social dependerá casi exclusivamente de verse atractivos. ¿Es que acaso no lo son? Quizá sí, pero desde su escasa capacidad de autopercepción, no lo ven de esa forma o no les parece suficiente. De ahí su obsesión de querer transformarse, creyendo que de esta manera hallarán finalmente la tranquilidad que tanto buscan”, explica.

En este sentido, el especialista sostiene que es obvio deducir que quien tanto persigue algo es porque cree que nunca lo tuvo, lo que significa que estas personas obsesionadas por la utopía de la perfección suelen provenir de familias en las que no se sintieron lo suficientemente queridas, aprobadas o aceptadas.

“También es observable este cuadro en algunos individuos que padecieron bullying en la escuela, en la que cual sus compañeros se burlaban de él/ella por alguna característica física determinada. No importa que dicha característica física tuviese o no un problema real, ya que el paciente suele asociar la enorme angustia que sufrió en aquel tiempo con el área física que era objeto de burla y, en el presente, cree que esa parte física es la causa de todos sus males”, argumenta.

Por su parte, Poulisis coincide en que este trastorno tiene un origen biopsicosocial, donde la biología y la genética se vuelven una obsesión. “Por otro lado, influye la cuestión social de la perfección, si hubo burlas o bullying en la infancia, así como las personalidades obsesivas y detallistas”, precisa.

Comportamiento habitual de las personas con dismorfia corporal

Poulisis detalla que, en general, los pacientes con este trastorno tienen comportamientos ritualísticos como las ansias desmedidas de mejorar u ocultar el defecto físico percibido. “Se camuflan, se pintan y suelen chequear con otras personas que su supuesto defecto no se vea. Eso les brinda seguridad. Además, evitan situaciones donde tengan que exponer su ´defecto´”, precisa.

También sostiene que este trastorno afecta a todo tipo de relación, amistades, parejas, entre otras, porque el paciente se va recluyendo y aislando debido a la vergüenza que eso le genera. “Suelen pensar y creer que los otros están muy focalizados en ese defecto o área que para él/ella está alterada”, dice. Es por eso que suelen gastar mucho dinero intentando modificar ese supuesto defecto físico. Suelen recurrir a cirugías estéticas y a varios tratamientos cosméticos.

Cómo se trata el Trastorno Dismórfico Corporal

Para Fernández, la dismorfia corporal requiere de un tratamiento interdisciplinario. “Por su parte, el psiquiatra evaluará la necesidad o no de que se administren psicofármacos. Por otro lado, el psicólogo deberá ocuparse de la terapia que deberá tener como objetivo final una correcta percepción de la realidad y la consecuente autoaceptación”, explica.

No obstante, aclara que, desde un punto de vista psicoanalítico, no se considera a la dismorfia corporal como una patología en sí misma sino, más bien, como un síntoma de un trastorno obsesivo compulsivo, por lo cual el tratamiento estará orientado a hallar las causas de dicho trastorno en ese caso en particular. “Cada historia es única, cada individuo es único, por lo cual cada tratamiento también lo es”, aclara.

Por su parte, Poulisis recomienda abordar este trastorno con terapia cognitiva conductual. “Se va exponiendo de a poco al paciente ante aquello que teme (en este caso, el defecto físico) y se puede acompañar con un tratamiento farmacológico con inhibidores de recaptación de serotonina”, concluye.

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