Coronavirus en Francia: el médico que decide la vida o la muerte en una sala de terapia intensiva
- El oncólogo Guilhem Bousquet se ofreció como voluntario para trabajar en esta crisis en un hospital de los suburbios de París. Debe elegir a quién ponerle un respirador.
- A lo largo de toda su carrera médica en Paris, el doctor Guilhem Bousquet se dedicó a curar, cuidar y acompañar a los enfermos de cáncer en Francia. Calmo, seguro, con una humanidad tierna y científica, siempre supo contener y calmar a los pacientes terminales, cuyo fin se acercaba para que tuvieran menos angustia, se reconciliaran con su vida y los suyos, para encontrar la paz en la adversidad.
Oncológo e investigador francés, se presentó como voluntario en la terapia intensiva del hospital Avicenne en Bobigny, en los suburbios de París, uno de los que tiene más pacientes con coronavirus.
Su rol es más difícil en estos días: decidir quien tiene más o menos posibilidades de vida en esta crisis, a quién privilegiar o no para que sobreviva, el diálogo con sus pares y con las familias. Una misión ética, difícil, darwinista de alguna manera y autorizar a la familia a que vean los suyos hospitalizados, alcanzar un teléfono para que el paciente hable.
Así contó a Clarín su dura responsabilidad, tras un largo día de hospital, cuando trataba de disfrutar de un picnic con otro médico, para poder conectarse nuevamente con la vida ordinaria, fuera de su terapia intensiva.
-Doctor Bousquet, ¿Cómo es la situación en Francia y especialmente en la región parisina? ¿Cómo es su trabajo todos los días?
-Depende del lugar, porque hay diferentes partes de Francia afectadas por el Coronavirus. Especialmente el este de Francia y la región de París y el hospital donde trabajo, que es de asistencia pública, el hospital Avicenne, uno de los que yo creo que tiene mayor cantidad de pacientes. Son casi 200 camas dedicadas a tratar y curar, pero la mayoría de los pacientes vienen con la infección de Coronavirus.
-¿Cómo se lidia diariamente con todo eso que no se detiene? Hay gente que llega, hay gente que se muere, hay gente que se cura. ¿Cómo es esa dinámica?
-Poco a poco, pero rápido. Es bastante extraordinario para mí también, porque como soy oncólogo, veo que todo el hospital se transformó en un hospital de coronavirus. Estoy muy orgulloso de lo que pasa en el hospital francés. Hay una solidaridad, una energía que es muy impresionante. Después se distribuyen los pacientes, los que están no tan graves pero que tienen que quedarse en el hospital porque necesitan un poco de oxígeno, se quedan en camas que no son de servicio agudo. Los que están más graves se quedan en los servicios que están alrededor de la reanimación, para cuando necesitemos pasarlos a la reanimación para poner un respirador. El tema es que ahora en el Hospital Avicenne tenemos muy pocas camas con respiradores.