¿Y la sensibilidad social que tanto se pregona?

Vamos cerrando una semana, muy marcada por las bajas temperaturas, extremas que acompañadas de lluvias, han hecho visibles una vez más, las precariedades con las que la ciudadanía debe lidiar a diario, tanto en Coronel Oviedo, como en el resto del país.

Por Néstor Castillo
@NestorcastCOV

Sectores económicos paralizados, precario y vetusto sistema de transporte público, exposición a largas horas de espera por parte de usuarios, sumado a la indigencia de miles de personas, niñas, niños, adolescentes y adultos mayores en situación de calle, es aquí, donde la falta de empatía y sensibilidad política, nos muestran la improvisación, la ausencia de planes de acción o cuánto menos, previsibilidad para mitigar los rigores del intenso frío, que a su vez, dispara los cuadros de afecciones respiratorias, que generan el colapso del sistema sanitario.

En Coronel Oviedo, de manera particular, no se vieron acciones concretas para estas jornadas de intensa exposición de las personas vulnerables, a las inclemencias del tiempo, no fueron habilitados albergues, al menos por instituciones gubernamentales, de ninguna laya, la Gobernación de Caaguazú, que en cada estación gélida acondiciona la residencia universitaria como albergue para los más desprotegidos, esta vez, se mostró indolente, y eso que, el actual gobernador, César Brítez (PLRA), tiene una “solida” formación cristiana, como ex seminarista.

En ese sentido, tampoco la iglesia misma, dio muestras de iniciativa solidaria, de sensibilidad o compromiso social con el prójimo, con lo que pregonan desde las sagradas escrituras en “tender la mano” al más necesitado, y eso que, con algo de esfuerzo sus iglesias podrían bien, servir como refugio, por un par de días, para que los más desvalidos de la sociedad, sientan el calor del resto de la sociedad.

Y no es que, señalemos estos hechos de manera aislada, hasta hipócrita, si quieren decirlo, sino más bien, en la certeza de que, siendo nuestros líderes o referentes comunitarios, los que deben dar muestras de interés, eso también, llamaría o despertaría igualmente, la acción ciudadana, que sí, siempre está visto, por medio de iniciativas particulares, de gente que anónimamente va construyendo su “camino a la salvación”, como muestra la solidaridad con los comedores sociales, donde en la medida de los recursos disponibles, asisten a los más vulnerables.

Tampoco estamos diciendo que, el asistencialismo o las respuestas esporádicas que se puedan dar en dos o tres días de habilitar albergues, van a ser la solución a todos los problemas, no, cuánto menos se espera que tanto discurso político de “preocupación e interés” en el bienestar de la gente, se traslade a la realidad, pero no, la indolencia es la que se hace fuerte y sonante.

Aquí es donde, se hace necesaria la mención al refrán aquel que dice: “una sociedad es juzgada por como trata a sus niños y adultos y adultos mayores”, que en el léxico de quienes gustan asociar aquello a la divinidad, la cristiandad o demás construcciones sociales de fe o creencia, no estamos lejos al afirmar que, la sociedad, o más bien la clase política paraguaya, es una que, o no tiene la capacidad de gerenciar problemáticas de contingencia, o llanamente, no les importa el dolor, las carencias y las vicisitudes de la gente.

También, es oportuno mencionar, que la clase empresarial, industrial, comerciantes, ganaderos o quiénes se hallan en condición de privilegio y con los recursos para también realizar algún tipo de iniciativa de compromiso comunitario, tampoco se muestran muy apegados a su responsabilidad social. Los habrá sí, no se puede generalizar y es de destacar a quienes practican, incluso sin mucho autobombo o marketing, su rol ciudadano.

En tanto, la clase política está muy lejos de demostrar, que cuentan con la formación, las herramientas o cuánto menos, el interés en las problemáticas de su gente, lamentablemente.