Trump se compromete a una baja histórica en los precios de medicamentos en EE.UU.
- El expresidente Donald Trump firmó un nuevo decreto que busca reducir hasta un 90% el precio de los medicamentos en EE.UU.
- Propone aplicar la política de “nación más favorecida”, que equipara los precios internos al valor más bajo del mercado global.
- El plan enfrenta resistencia del poderoso lobby farmacéutico y podría toparse con obstáculos legales y diplomáticos.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, redobló su cruzada contra la industria farmacéutica al firmar un decreto que promete reducir drásticamente los precios de los medicamentos en el país. Según anunció, los valores de los fármacos deberían bajar al menos un 59%, y en algunos casos hasta un 80% o 90%, lo que provocó un inmediato sacudón político y empresarial.
Desde la Casa Blanca, Trump aseguró que su objetivo es que los precios en Estados Unidos coincidan con los más bajos que se pagan en el extranjero. “Quien esté pagando el precio más bajo, ese es el precio que vamos a conseguir”, afirmó. La medida se basa en la política de “nación más favorecida”, que exige igualdad en los precios para todos los países, comenzando por su propio mercado.
En su red Truth Social, Trump añadió que “la reducción de los costos de los medicamentos recetados en Estados Unidos se compensará con precios más altos en otros países”. La Unión Europea, dijo, es una de las principales responsables del desequilibrio actual. “La Unión Europea ha sido brutal, brutal. Y las compañías farmacéuticas me contaron historias de cómo las forzaron, que fue brutal”, sostuvo, acusando al bloque de 27 naciones de obligar a las empresas a reducir sus tarifas.
El magnate republicano fue más allá y anunció una investigación contra los países que supuestamente “extorsionan” a las farmacéuticas al bloquear sus productos si no acceden a imponer precios bajos. Pero también reconoció el peso interno del desafío: “Estoy haciendo esto contra el grupo de presión más poderoso del mundo: el lobby de los medicamentos y las farmacéuticas”.
El decreto de Trump podría enfrentar desafíos legales y dependerá, en gran parte, de la voluntad de las farmacéuticas para renegociar los precios. Las reacciones no se hicieron esperar. Robert Kennedy Jr., secretario de Salud y polémico por su postura escéptica ante las vacunas, apoyó con entusiasmo la iniciativa: “Nunca ha habido un presidente más dispuesto a enfrentarse a los oligarcas que Donald Trump”, dijo en la Casa Blanca.

Del otro lado, el grupo de presión Pharmaceutical Research and Manufacturers of America (PhRMA) respondió con dureza. “Importar precios extranjeros de países socialistas sería un mal negocio para los pacientes y trabajadores estadounidenses”, advirtió la organización.
Las farmacéuticas defienden sus altos precios asegurando que son necesarios para financiar la investigación y el desarrollo de nuevos medicamentos. El gigante Eli Lilly apuntó también contra los intermediarios en el sistema de salud estadounidense. “Más del 60% del coste de un medicamento va a parar a los intermediarios. Esperamos colaborar con el gobierno para reparar este sistema defectuoso y ofrecer precios más bajos directamente a los consumidores”, dijo un portavoz de la empresa.

Desde el ala izquierda del espectro político, el senador Bernie Sanders fue tajante en su crítica: “El problema no es que el precio de los medicamentos con receta sea demasiado bajo en Europa y Canadá. El problema es que la industria farmacéutica, extraordinariamente codiciosa, obtuvo más de 100.000 millones de dólares en ganancias el año pasado estafando al pueblo estadounidense”, denunció.
No es la primera vez que Trump intenta abordar el problema del precio de los medicamentos. Durante su primer mandato (2017-2021), propuso una iniciativa similar que no logró avanzar ante la resistencia del sector. El mes pasado, firmó otro decreto que permite a los estados negociar precios en el extranjero, buscando mayor flexibilidad para romper con el esquema actual.
Con esta nueva ofensiva, Trump parece dispuesto a usar el tema del costo de los medicamentos como una bandera central en su campaña, en medio de una contienda electoral en la que busca volver a la Casa Blanca. Sin embargo, los intereses enfrentados y las trabas jurídicas y comerciales auguran una batalla tan política como farmacéutica.