Trasmitieron en vivo guerra entre bandas en la Chacarita
- Jóvenes integrantes de bandas antagónicas en la Chacarita transmiten sus enfrentamientos armados a través de redes sociales.
- El comisario Alberto Morínigo reveló que ya remitió a más de 500 personas a distintas penitenciarías en los últimos dos años.
- La Policía asegura que detiene a los responsables, pero la Fiscalía los libera por falta de pruebas. El miedo y la incertidumbre crecen entre los pobladores.
Una disputa de larga data entre clanes rivales tiene en vilo a los habitantes del barrio Ricardo Brugada de Asunción, conocido popularmente como la Chacarita. En la madrugada del jueves, grupos antagónicos protagonizaron un violento enfrentamiento armado en los pasillos del barrio, una situación que mantiene en zozobra a la comunidad local.
El comisario Alberto Morínigo, jefe de la Comisaría 5ª Metropolitana, informó a la 1080 AM que los conflictos se registran entre los grupos conocidos como “pelopincheros” y “arroyenses”, cada uno integrado por 8 a 10 jóvenes, muchos de ellos menores de edad. Según el jefe policial, las confrontaciones se deben a “cuestiones personales” y no al “microtráfico” como inicialmente se había especulado.
La situación empeoró con la reciente “moda” de transmitir los enfrentamientos en vivo a través de redes sociales, donde los miembros de ambas bandas muestran cómo se desafían y atacan con armas de fuego. “Es una situación de larga data que, lamentablemente, se sigue repitiendo. Hemos detenido a varios integrantes de estos clanes, pero la Fiscalía los libera por falta de pruebas suficientes para mantenerlos bajo arresto”, explicó el comisario Morínigo.
El jefe policial indicó que llevan dos años trabajando para reunir las evidencias necesarias que permitan emitir órdenes de captura firmes contra los responsables. En su gestión, Morínigo aseguró que ya remitió a más de 500 personas a distintas penitenciarías, pero que esto no logra frenar la violencia.
Mientras tanto, los residentes de la Chacarita viven en constante temor. La violencia se ha vuelto parte del paisaje cotidiano, afectando la tranquilidad del barrio y generando un clima de inseguridad que parece no tener fin.