Telemedicina salvó la vida de un hombre en Encarnación

• Don Alejandro C., de 49 años, fue trasladado de emergencia al Hospital Regional de Encarnación, donde, gracias al programa Tele Ictus, los médicos activaron rápidamente el código ictus, permitiendo una intervención que salvó su vida.
• Con solo cuatro horas y media para actuar ante un ACV isquémico, la rápida coordinación entre los médicos en Encarnación y los neurólogos en Asunción, a través de telemedicina.
• Desde agosto, el Hospital Regional de Encarnación cuenta con capacidad local para manejar casos de ACV gracias al programa Tele Ictus, que conecta hospitales en todo el país para brindar respuestas rápidas y efectivas.

El sábado por la tarde, la vida de Don Alejandro C. pendía de un hilo delgado e invisible, uno que se extendía a través de pantallas y cables, conectando en tiempo real su destino en Encarnación con un equipo de especialistas en Asunción.

Este hombre de 49 años, oriundo de San Pedro del Paraná, se encontró inesperadamente en una carrera contra el tiempo, una batalla que muchas veces se pierde cuando se enfrenta al enemigo silencioso que es el accidente cerebrovascular isquémico (ACV).

Todo comenzó con una decisión crítica, tomada con la urgencia que solo el temor a lo desconocido puede provocar. Los primeros síntomas, quizás un desvío de la boca o una debilidad en el brazo, fueron suficientes para que Alejandro fuera trasladado de inmediato desde el Hospital Distrital de San Pedro del Paraná al Hospital Regional de Encarnación.

Allí, un equipo recientemente capacitado, con los nervios aún frescos por la novedad de su formación, hizo lo que en otras circunstancias podría haber sido imposible: activaron el código ictus.

El reloj comenzó a correr, marcando las cuatro horas y media cruciales que los médicos tienen para actuar ante un ACV isquémico. Con precisión casi quirúrgica, Alejandro fue sometido a una tomografía, y, como en una orquesta bien afinada, cada integrante del equipo jugó su papel a la perfección.

La magia, sin embargo, no sucedió solo en Encarnación. A través de la telemedicina, neurólogos en Asunción interpretaron los resultados en tiempo real, y, sin perder un solo segundo, indicaron el tratamiento que podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte, entre la recuperación y la discapacidad.

Este momento, que pudo haber sido un mero trámite, se convirtió en un hito gracias a un programa que desde agosto ha transformado la manera en que se aborda el ACV en Itapúa. La telemedicina, una herramienta poderosa en un país donde la distancia es a menudo sinónimo de desventaja, permitió que la vida de Alejandro no solo se salvara, sino que lo hiciera con la promesa de una recuperación plena.

El caso de Alejandro no es aislado. La instalación de capacidades locales para el manejo del código ictus en el Hospital Regional de Encarnación es solo una parte de un esfuerzo mayor que incluye a otros hospitales clave en Coronel Oviedo, Itauguá y Luque.

Desde 2015, el Ministerio de Salud y el Hospital de Clínicas han estado trabajando juntos para llevar este programa a más rincones del país, con la visión de que nadie quede atrás, sin importar cuán remota sea su ubicación.

La telemedicina no solo acorta las distancias físicas, sino que también cierra la brecha entre la vida y la muerte. Para la Dra. Soledad Cristaldo, parte del equipo de Encarnación, la experiencia con Alejandro reafirma la importancia de este programa. “Es un gran paso para nosotros”, comentó, con la convicción de quien sabe que está participando en algo mucho más grande que cualquier individuo.

“Está demostrado que, haciendo el trabajo en cadena, así como lo hicimos con este equipo, podemos seguir replicando”, añadió la doctora.

“Es un trabajo en equipo sin importar las distancias”, resumió el Dr. Mario Centurión, coordinador del programa Tele Ictus de Encarnación.

Mientras tanto, en San Pedro del Paraná, Alejandro y su familia pueden mirar al futuro con esperanza. La tecnología, el compromiso de los médicos, y una respuesta rápida y coordinada, fueron los ingredientes que transformaron una tarde cualquiera en un milagro moderno.