Religiosos o Políticos
Cada vez más políticos incorporan referencias religiosas en sus discursos para conectar con la población creyente, lo que plantea dudas sobre si esto es una verdadera expresión de fe o una táctica para ganar credibilidad.
Por Cristian Bianciotto
Hoy quiero plantearles una reflexión sobre un fenómeno cada vez más frecuente: la tendencia de los políticos a invocar la religión, a hablar de Dios y hacer referencias bíblicas en sus discursos.
Un ejemplo reciente lo vivimos el 24 de febrero, durante la inauguración del Hospital General de Coronel Oviedo, cuando el propio Monseñor Juan Bautista Gavilán hizo una broma diciendo “casi me convirtieron al cristianismo”. Estas palabras nos invitan a preguntarnos: ¿a qué se debe esta estrategia?
Mi opinión es que los políticos, al sentirse cada vez más alejados de la credibilidad de la gente, buscan congraciarse con una población mayoritariamente creyente. Pero, ¿realmente basta con decir cosas como “si Dios permite”? ¿O es una forma de evadir su responsabilidad? Cuando un político dice estas palabras, ¿quiere decir que si no cumple su promesa, es porque Dios no quiso?
Y más aún, recientemente vimos al Gobernador del Guairá, César Sosa, expresando que estaba orando por la familia que perdió a un recién nacido por la falta de funcionamiento de Terapia Intensiva. La pregunta es: ¿oraciones son suficientes? ¿Qué hizo él, en su rol de gobernante, para evitar que esto ocurriera?
La Constitución Nacional del Paraguay establece roles claros para los funcionarios públicos. Y esos roles se deben cumplir, no podemos conformarnos con expresiones vacías como “estoy orando”. Los ciudadanos esperan acciones concretas, no promesas llenas de clichés.
Es cierto que la fe es algo personal, pero no puede ser un recurso para evadir responsabilidades políticas. Los compromisos deben ser cumplidos con hechos, no con palabras que intentan agradar a la audiencia.
Queremos políticos que, además de hablar de fe, se hagan responsables de sus actos. Que las promesas no queden en el aire, sino que se materialicen en acciones que realmente beneficien a la gente.
