Picher, el perro rescatado en Coronel Oviedo tras un accidente, ya está de vuelta con su familia humana
- Fabiola Valentina le había encontrado sobre Mariscal Estigarribia, en la esquina de Yrendagué, familia reside a cuatro cuadras y media, sobre Humaitá y Sargento Primero Florentino Benítez, en el barrio Azucena.
- El mismo día en que ella acudió a los medios para encontrar a sus dueños, le escribió la dueña para avisarle que se trataba de Picher.
- En la noche de ayer finalmente el pero de 17 años regresó con su familia humana, que agradeció el gesto de la médica que rescató y cuidó del peludo de la casa.

Picher nunca fue una simple mascota, sino un miembro de la familia Ponce. Un compañero de vida que, con sus 17 años, compartió cada etapa de crecimiento con Andrés, el hijo mayor de la casa. Sin embargo, el pasado miércoles, el anciano perrito vivió una de las experiencias más angustiantes de su vida y la de su familia humana: se perdió en las calles de Coronel Oviedo. Desorientado y confundido, sin poder encontrar el camino de regreso a su hogar, encontró una persona de buen corazón.
El destino, tenía otros planes para él. En una esquina de Mariscal Estigarribia y Yrendagué, una mujer lo encontró. Fabiola Valentina Brítez, médica de profesión y amante de los animales por convicción, notó de inmediato que Picher no era un perro callejero. “Se veía bien cuidado, limpio, amado. Era evidente que tenía una familia que lo estaba esperando”, relató en aquel momento al programa Hablando Claro de OviedoPress Multimedios emitido por la 95.3 FM Radio América.
Picher conmovió a Fabiola de una manera especial. Ella también tiene perros en casa y entendía el dolor que sentiría su familia al no saber de él. Movida por la empatía y la certeza de que estaba en el lugar indicado para ayudar, decidió rescatarlo y buscar a sus dueños. Su instinto no falló.

El reencuentro no tardó en llegar. A través de la difusión del caso en redes sociales y nuestro medio de comunicación, la familia Ponce supo que su querido Picher estaba a salvo. “El mismo miércoles a la tarde me llamó la señora Martina, la dueña, y me describió perfectamente a Picher. Me contó que tiene 17 años y que prácticamente creció con su hijo Andrés. No era cualquier perrito, era un integrante más de la familia”, recordó Fabiola.
La emoción del reencuentro fue indescriptible. A pesar de que su vista y oído ya no son los mismos, Picher aún conserva su olfato intacto, y fue este sentido el que le permitió reconocer su hogar. Al llegar frente a la casa, comenzó a olfatear, a moverse inquieto, a marcar su territorio. Y cuando finalmente sintió el aroma familiar de su dueño, se acercó a él con la seguridad de quien vueve a casa después de una larga travesía.

Para la familia Ponce, Picher representa años de amor y recuerdos. En una fotografía compartida, se ve a un pequeño Andrés vestido de mariachi junto a su inseparable amigo. Hoy, con 20 años, Andrés pudo volver a abrazarlo con la misma ternura con la que lo hizo en su infancia. “Como había comentado mi papá se dializa en un sanatorio privado y viajamos 3 veces a la semana, entonces no me cuesta nada traerle a Picher a su casa”, mencionó la doctora.
A pesar de haber sufrido algunas heridas leves y de tener dificultades para caminar debido a su avanzada edad, Picher se encuentra bien. La veterinaria que lo atiende confirmó que sigue siendo un perro fuerte y lleno de vida. Su espíritu incansable lo mantuvo en pie hasta que pudo volver con los suyos.
“Dios me puso en el momento justo y preciso para salvarlo”, reflexionó Fabiola. “Yo solo hice lo que me dictó el corazón. Para mí, los niños y los animales son ángeles terrenales, no conocen la maldad y merecen ser protegidos, respetados y amados”, acotó. Para su familia, es más que un perro; es un símbolo de lealtad, de compañía incondicional y de un lazo que ni el olvido ni la distancia podrían romper.