OSCA Y Christoph Wagner presentan el “Una Noche Inolvidable” en el Teatro Municipal “Ignacio A. Pane”

  • La Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción (OSCA) ofreció un emotivo concierto de pre-temporada con el violonchelista Christoph Wagner, junto al director invitado Johannes Krohn, dijo cómo la música puede ser un medio para conectar con el corazón y transformar el mundo.
  • Christoph Wagner reflexionó sobre cómo la música sigue siendo una de las pocas formas de conectar con los valores humanos más profundos, como la paz y la compasión, en un mundo cada vez más influenciado por la tecnología y la inteligencia artificial.
  • El director Johannes Krohn y el violonchelista Christoph Wagner compartieron una conexión profunda durante el concierto, destacando cómo la música, más allá de la técnica, sirve para unir a las personas y transmitir valores universales de humanidad y compasión.
Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción, en “Una Noche Inolvidable”

El Teatro Municipal “Ignacio A. Pane” de Asunción fue testigo de un evento único que, como prometía su título, buscó transformar el mundo a través de la música. La Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción (OSCA), bajo la dirección del maestro invitado Johannes Krohn, ofreció un concierto de pre-temporada que incluyó dos grandes obras del repertorio clásico, con el violonchelista alemán Christoph Wagner como protagonista principal.

El concierto comenzó a las 20:00 horas, y la sala se llenó de una energía especial, una combinación de nerviosismo y expectación que rodeó a los artistas. La presencia de Wagner, uno de los violonchelistas más destacados de su generación, ya había causado gran expectativa entre los asistentes. Y no era para menos, ya que la noche no solo prometía una ejecución impecable, sino también una reflexión profunda sobre el poder transformador de la música.

El programa comenzó con la Sinfonía Nº 94 en sol mayor de Joseph Haydn, conocida popularmente como “La sorpresa”. Esta obra, caracterizada por su sentido de humor y las inesperadas explosiones sonoras en los momentos más tranquilos, fue interpretada con gran destreza por la OSCA. Los asistentes pudieron disfrutar de la famosa “sorpresa” de Haydn, cuando una explosión sonora hacía despertar incluso a los oyentes más adormecidos, un toque humorístico que fue una característica entrañable de esta sinfonía.

Pero la verdadera joya de la noche llegó con la interpretación del Concierto para cello y orquesta en si menor, de Antonín Dvořák. El violonchelo de Christoph Wagner, con su delicada pero poderosa sonoridad, se erigió como el alma de la velada. A medida que las primeras notas del concierto llenaban el espacio, era imposible no dejarse envolver por la emoción que emanaba del instrumento. La obra, que Wagner consideró una de las más fundamentales para su instrumento, fue interpretada con una técnica impecable y una expresión profunda, transportando a los presentes a una dimensión emocional única.

Christoph Wagner, en una conversación previa al concierto, había explicado que este repertorio no era una elección difícil para él, ya que había sido parte de su formación desde sus años de licenciatura. Sin embargo, como un atleta que se prepara para una maratón, el violonchelista se prepara para este tipo de interpretaciones con la misma concentración y disciplina. “Hay que prepararse en cuanto a la concentración, la técnica, la interpretación, la adrenalina”, comentó con una sonrisa.

Pero más allá de la destreza técnica, lo que realmente tocó los corazones de los asistentes fue el mensaje que Wagner compartió antes de la presentación. En un mundo cada vez más dominado por la tecnología y la inteligencia artificial, la música, según el violonchelista, sigue siendo un medio único para conectar con nuestro espíritu y cultivar los valores humanos más profundos, como la paz, la compasión y la alegría. “La música es la lengua del corazón”, dijo Wagner, destacando cómo esta arte puede ser un vehículo para transformar el mundo, más allá de lo material.

El director Johannes Krohn, quien se mostró visiblemente cómodo dirigiendo a Wagner, agregó que en tiempos de creciente desconexión social, sobre todo a causa de la inteligencia artificial, es crucial recordar el poder de la música para acercarnos como seres humanos. Ambos coincidieron en que, hoy más que nunca, la música es una herramienta fundamental para unir a las personas, más allá de las barreras tecnológicas y materiales.

Además, no faltó la reflexión sobre la obra de Dvořák, que Wagner explicó como una creación llena de nostalgia. El compositor checo escribió este concierto durante su estancia en Nueva York en 1894, sintiendo una profunda añoranza por su tierra natal, Checoslovaquia. Esa emoción de distancia y nostalgia, según Wagner, puede sentirse en cada acorde del concierto, lo que otorga una capa emocional aún más profunda a la interpretación.

Al final de la noche, la conexión entre los músicos y la audiencia fue palpable. Todos compartieron una experiencia que iba más allá de la simple apreciación musical. Fue una velada donde la música se convirtió en un catalizador para reflexionar sobre el espíritu humano, la conexión emocional y la importancia de cultivar lo que realmente importa en la vida. Como dijo Wagner, “cuando cultivamos esos valores, podemos transformar el mundo, también con la música”.

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