La Inteligencia Artificial: Transformando el Presente, Desafiando el Futuro
Días atrás me llamó la atención una publicación en redes sociales. En ella, periodistas reconocidos del país compartían cómo, gracias a los avances tecnológicos actuales, habían podido preguntarle —coloquialmente hablando— a un sistema inteligente qué dupla política tendría mayores posibilidades de ganar unas futuras elecciones en Paraguay. La respuesta fue: Raúl Latorre y Marcelo Soto.

Por Hernán Antonio Giménez, abogado, contador y aficionado a tecnologías emergentes
@HerGim30
Lejos de querer divagar políticamente sobre esa conclusión, lo que asombra es la capacidad inmensa de análisis que conlleva llegar a semejante predicción. Estas plataformas funcionan con algoritmos capaces de identificar patrones, proyectar escenarios, tomar decisiones automatizadas y, en este caso, evaluar en milésimas de segundo la influencia digital de ambos líderes mencionados.
Aunque el concepto de inteligencia computacional surgió en los años 50, su verdadero auge comenzó en la última década, impulsado por tres factores clave:

Big Data: La digitalización masiva generó volúmenes de información suficientes para entrenar modelos complejos.
Avances en hardware: El desarrollo de procesadores más veloces permitió ejecutar análisis sofisticados con rapidez.
Inversión internacional: Compañías como Google, Meta y OpenAI, junto a gobiernos, impulsaron su expansión.
Desde 2010-2015, esta tecnología empezó a integrarse en la vida cotidiana a través de asistentes virtuales como Siri o Alexa, recomendaciones de entretenimiento hiperpersonalizadas o traductores automáticos. Hoy, herramientas como ChatGPT, Midjourney o Perplexity ofrecen apoyo real en tareas académicas, laborales o creativas.
En lo personal, como profesional del Derecho y entusiasta de la innovación, utilizo regularmente DeepSeek, un modelo desarrollado en China en 2023 que recientemente ganó notoriedad internacional. Este asistente digital, basado en código abierto y de bajo costo operativo, está diseñado para ayudar en áreas como la programación, el análisis del lenguaje natural y la automatización empresarial.
Mi asombro fue total cuando, semanas atrás, descargué una resolución judicial de unas 10 páginas del sistema del Poder Judicial. Como es costumbre, debía revisarla detenidamente para decidir si correspondía una apelación. En vez de analizarla manualmente —una tarea que suele llevar horas— delegué el trabajo al software, que en segundos me entregó una síntesis clara de los fundamentos jurídicos del fallo y me sugirió observaciones para una eventual impugnación. Fue un verdadero punto de inflexión.
Claro está, no todo es tan sencillo. Estas soluciones digitales representan una herramienta poderosa para profesionales de distintas ramas, pero todavía estamos en una etapa de exploración y aprendizaje. Utilizarlas con eficacia exige conocer sus principios, limitaciones y mejores prácticas. Y aunque las ventajas son innegables, creo firmemente que jamás sustituirán por completo la capacidad humana de razonar y decidir.
Por otro lado, también hay riesgos. Uno de los más preocupantes es el impacto sobre el empleo. Por ejemplo, Mercedes-Benz reemplazó robots por trabajadores humanos al notar que estos últimos ofrecían mayor flexibilidad para tareas específicas. En Japón, muchos hogares de clase alta ya cuentan con autómatas para labores domésticas. Y la lista crece.
Esta revolución ya no es ciencia ficción: está transformando nuestra forma de trabajar, estudiar y comunicarnos. En Paraguay, el verdadero reto es no quedar rezagados. Se necesita un plan nacional que articule desarrollo tecnológico con inclusión social, principios éticos y capacitación laboral. Como país, debemos decidir: ¿seremos simples consumidores o protagonistas de esta transformación?
La situación es más desafiante aún si consideramos que estamos rodeados por dos gigantes como Brasil y Argentina, que han avanzado notablemente en este campo. Ponernos a tono con estas tendencias no es opcional: es urgente. Nuestro país todavía carece de un marco legal específico sobre inteligencia artificial. Existen intentos aislados desde el Congreso, pero carecen de sustento técnico. Nada está definido aún, y mucho menos en Paraguay.