Ingeniero australiano quiere convertir heces en ladrillos
- Los lodos que se generan en cualquier depuradora suelen utilizarse como fertilizante, pero este hombre asegura que pueden servir para la construcción.
Se conocen como biosólidos a los residuos orgánicos que resultan del tratamiento de las aguas residuales procesadas: básicamente, lo que queda de nuestras heces tras depurar el agua. Según informa el medio digital lainformacion.com
En España, donde se generan más de 750.000 toneladas de biosólidos al año, más de la mitad se reutiliza como fertilizante agrícola o forestal, pero el resto acaba en vertederos o en el mar. Su uso agrícola, además, es limitado.
Los lodos de depuradora están potencialmente contaminados con una serie de sustancias: metales pesados, compuestos orgánicos de baja biodegradabilidad, y organismos patógenos presentes en las aguas residuales. Su utilización, por tanto, debe ser controlada (y, de hecho, está regulada).
¿Pueden tener estos residuos, que seguirán creciendo en todo el mundo, un uso más provechoso? Así lo cree desde luego Abbas Mohajerani, ingeniero civil del Royal Melbourne Institute of Technology University de Australia, que cree que el futuro de los biosólidos pasa por convertirlos en ladrillos.
“Los ladrillos de biosólidos tienen el mismo aspecto, huelen igual y tienen propiedades físicas y mecánicas similares a los ladrillos de arcilla cocidos normales”, asegura el ingeniero en un reportaje publicado en ‘The New York Times’. Y, mientras los ladrillos se produzcan localmente, podrían ahorrar energía, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y disminuir la utilización de arena, un bien mucho más preciado de lo que solemos pensar.
Un proceso de desarrollo que dura un lustro
El mundo necesita ladrillos. Muchos ladrillos. Y la tierra que se necesita para construirlos es finita. En 2010, se extrajeron en el mundo alrededor de 11.000 toneladas de arena exclusivamente para la construcción. Solo en EEUU, la extracción y el uso de arena y grava para este fin se valoró en casi nueve mil millones de dólares en 2016, y la producción ha aumentado en un 24 por ciento en los últimos cinco años.
El problema es bien conocido en el mundo de la construcción, y hay muchos investigadores pensando cómo aprovechar materiales reciclados para tan fin. Mohajerani había tratado incluso de fabricar ladrillos con colillas, pero durante un lustro su equipo se ha centrado en mezclar los biosólidos extraídos de las depuradoras de Melbourne con tierra, en diferentes proporciones –del 10 al 25 %–. Los cocían durante 10 horas a más de 1000 grados centígrados, los enfriaban y realizaban pruebas para compararlos con los ladrillos convencionales.
Los resultados de la investigación se han publicado en la revista ‘Buildings’, y atestiguan que los ladrillos elaborados con biosólidos pueden ser de calidad similar a los que se encuentran actualmente en el mercado. La incorporación de solo el 15 por ciento de biosólidos a la mezcla del 15 por ciento de los ladrillos que se fabrican en el mundo darían para dar salida a la totalidad de los residuos sobrantes de las depuradoras de todo EEEU, Canada, Australia, Nueva Zelanda y la Unión Europea: unos cinco millones de toneladas que se acumulan sin ninguna utilidad.
Además de ahorrar tierra, el uso de los biosólidos tiene varias ventajas añadidas. Debido a que los materiales orgánicos arden más fácilmente, los ladrillos de biosólidos requieren menos de la mitad de energía que se utiliza para fabricar ladrillos normales. El material resultante es, además, más ligero, poroso y gaseoso. Y debido a que los gases son malos conductores térmicos, el calor pasa a través de estos ladrillos más lentamente. Eso los hace mejores aislantes, lo que podría generar un ahorro en los costes de calefacción y refrigeración.
Todavía tardaremos en ver estos ladrillos
Aunque los ladrillos de biosólidos son prometedores todavía tendremos que esperar para que lleguen al mercado y supongan una alternativa real. Aunque Mohajerani asegura que sus ladrillos cumplen con los requisitos legales, no son tan resistentes como los ladrillos normales. También requieren más agua, aunque en este sentido el estudio asegura que el computo global sigue siendo beneficioso para el medio ambiente.
Hay, además, otro importante requisito. Lo ideal es que la producción de ladrillos se realice cerca de las depuradoras, para limitar la huella de carbono y garantizar la sostenibilidad. “De lo contrario, no creo que sea probable su utilización a gran escala en el futuro cercano”, reconoce Mohajerani.