Enseña ingles y a la vez vende bollos por las calles de Hernandarias
- Con el tema de la pandemia, cientos de trabajadores se quedaron sin trabajo, pero con ganas de salir adelante don Osvaldo Morais, a sus 60 años, diariamente sale a las calles de Hernandarias, tanto para la enseñanza particular como la venta de bollos para el sustento de la casa.
Un ciudadano brasileño, de nombre Osvaldo Morais (60), es un profesor de inglés y portugués, viene peleándole a la pandemia con la venta de bollos por las calles de la ciudad de Hernandarias, en el Alto Paraná. Según informó el medio digital cronica.com.py.
El profe Osvaldo estaba enseñando en cinco universidades del Este del país, pero como fueron suspendidas las clases presenciales, la mayoría del alumnado optó por suspender sus estudios.
“Cuando nos habíamos casado con mi señora, ella es confitera, ya hacíamos tortas y bollos para la venta. Ahora volvimos a las raíces de nuevo y nos va muy bien con la venta de los bollos, acá en Hernandarias nomás vendemos todo”, dijo el profesor Osvaldo a Crónica.
Luego nos comentó, “nos va superbién, tenemos una clientela formada y gracias a Dios eso me permite llevar el pan de cada día a mi hogar. Suelo vender 60, 70 u 80 bollos al día, pero cuando había partidos vendíamos 100 bollos con mi señora”.
Algunas veces se encuentra con algún alumno, “muchos de ellos son mis clientes, al que no conoce mi historia le cuento, desde 1983 que estoy en Paraguay, vine de misionero de una iglesia y no me fui nunca más, me quedé a vivir acá, me enamoré de la tierra guaraní, tengo dos hijos paraguayos, mi esposa es paraguaya”.
ES DE CAPIVARI, SAN PABLO
Osvaldo es oriundo de la localidad de Capivari, del Estado de San Pablo. Tiene dos hermanas, a quienes solía visitar, pero por el tema del covid-19 no puede viajar más al Brasil para visitarlas.
“Me defiendo un poco con el idioma”
”La venta de las delicias fritas le va muy bien al profe, todos en Hernandarias ya conocen el producto que vendemos. Mi señora es la que las prepara, yo solo soy el vendedor, ya que la que manda es la confitera”, tiró el docente universitario y bollero entre risas.
El profe se considera un paraguayo más, “tomo mate, tereré, como chipa, además hablo guaraní, me defiendo un poco con el idioma. Mis hijos se suelen matar de la risa cuando yo hablo en guaraní”, he’i. Don Osvaldo pondera y admira al paraguayo, “jamás le vas a ver a un paraguayo con la cabeza baja, por más que esté sumido en problemas, ya sea económico o de salud, siempre tiene una sonrisa en los labios y te saluda con un ‘iporã hína”.