El rostro de la ética médica y académica

No fue la primera y única vez que, Pablo Martínez, exrector de la UNCA y decano de la Facultad de Medicina, protagoniza hechos que evidencian su total desapego a la ética y a la responsabilidad, características inherentes a la práctica de la medicina y en el ámbito de la academia, donde ocupa lugares preponderantes, no acordes a su reprochable conducta.

Por: Cristian Bianciotto | @CrisBianSan

Voz arrastrada, característico de una persona alcoholizada, expresiones groseras y despectivas a pacientes, denuncia fiscal por mal manejo administrativo, denuncia pública de supuesta mala praxis médica, renuncia al cargo de rector por presión de universitarios, instigador de la violencia para acceder a la universidad, denunciado por utilizar el quirófano del IPS para cirugías de pacientes particulares, consumo de alcohol en un bar en pleno horario de guardia.

Todo lo mencionado forma parte del prontuario de, Pablo Martínez, un médico que funge de decano de una carrera médica. En ambos casos, la medicina y la academia, proponen la ética como valor fundamental en sus ejercicios y, evidentemente, la conducta de este personaje no refleja la práctica de la ética profesional y mucho menos personal.

Si todo esto es cierto, ¿por qué sigue tan campante en tales cargos y haciendo lo que quiere?, es la pregunta recurrente que surge con relación a Martínez.

Porque existe impunidad, complicidad y protección política. Es muy simple, Pablo Martínez, se dio cuenta que sus acciones, que rayan lo delincuencial, nunca tuvo consecuencias negativas para él, excepto el rechazo social expresado en redes sociales.

Sus colegas médicos, en una especie de defensa corporativa, se unen a su conducta indecente con el silencio cómplice y protector. La Universidad Nacional del Caaguazú, admite de manera alevosa de conductas y así, hace suyas las vergonzosas actuaciones de Pablo Martínez a quien la UNCA le confía la formación de futuros médicos.

No debemos pasar por alto el detalle sustancial de que el médico es militante político, leal a una de las personas que tampoco practica la ética y la decencia en su conducta. Pablo Martínez opera en política a favor de una persona que negocia la compra de cédula a días de las elecciones, el político cartista, Silvio Adalberto Ovelar Benítez.

El silencio cómplice que respalda a Pablo Martínez, por parte de los gremios médicos y la Universidad Nacional del Caaguazú, y la protección política, permite que una persona tan nefasta, sea el rostro de la ética médica y académica.

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