El fuego y las luces del ambiente navideño

  • En todas las casas, desde semanas atrás, las luces dan el ambiente navideño que se repite año a año. ¿Cuál es el origen de esta antigua costumbre?.

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Hace unos 45 años o poco más o menos, cuando los aborígenes de la etnia aché, o salían de los bosques del Alto Paraná acuciados por el arrinconamiento a que eran sometidos por el avance de la población nacional o sencillamente eran cazados como animales y matados sin conmiseración, una anécdota registradas en los escritos de cronistas y hombres de ciencia, dan cuenta que, en una ocasión, descubierto un tekoha de estos silvícolas, el mismo fue rodeado y en horas de la noche los atacantes arremetieron causando gran alboroto. Según informa el medio digital Abc.com.py.

Gran zafarrancho, griteríos de gente confundida y aterrorizada tratando de escapar.

En medio de la confusión, uno de los indígenas perseguidos volvió hasta el campamento para poner a salvo el fuego mayor, el tata ýva. En su intento fue asesinado por los atacantes y murió con el pedazo de madero ardiente en su mano.

Tal la importancia del fuego en la vida de estos pueblos primitivos, que este malogrado individuo no escatimó esfuerzo ni coraje para recoger el trozo ardiente, aún a costa de su propia vida.

Sí, así de importante es el fuego para la humanidad. Así de importante es –sigue siendo– entre nuestra gente de campo. Cuando la familia se retira a descansar después de un día agotador, se tapa el leño principal –el tata’y– con cenizas para protegerlo y evitar que se apagara. Al despuntar el alba, se apartará la ceniza y juntando otros leños menores y virutas, un simple soplo o pantallazos bastará para reavivar el fuego que ayudará a cocinar el mate y los alimentos del día.

También en la vida moderna, las diversas maneras de obtener luces y energía son parte importante en la vida de la gente: llámese hornallas, cocinas a gas, placas de inducción eléctricas, tubos fluorescentes o bombillas eléctricas.

Así como el agua, el fuego es símbolo de transformación y regeneración: de allí el sentido del ritual del fuego nuevo.

Para muchas culturas primitivas, el fuego es la representación del Sol en la tierra. Por eso se le relaciona con el rayo y el relámpago, y también con el oro.

En muchos de los rituales practicados por diferentes culturas se atribuye a las antorchas, las lumbradas, las ascuas y aun a las cenizas, el poder de provocar el crecimiento de las siembras y el bienestar de humanos y de animales. Esos rituales están presentes en grandes festividades como en la ritualística devocionaria íntima, modesta, familiar.

Origen de las luminarias

¿De dónde viene, por ejemplo, la costumbre de prender velas o cirios para los ritos religiosos, desde una misa –o una tenida masónica– o, simplemente una oración en la recoleta intimidad familiar? Vendría de antiguos cultos europeos, específicamente, del culto de Diana en Nemi, Italia, donde el fuego jugaba una parte importante en su ritual.

La Navidad, en su origen fue una fiesta pagana celebrada por la Humanidad desde la noche de los tiempos. Es una festividad agrícola. Es una festividad cósmica y del fuego. Es una celebración –en el hemisferio norte– en que la gente trata de conjurar el decaimiento de las fuerzas del Sol, para recuperar sus fuerzas y alumbrar con mayor intensidad para el próximo periodo de cultivo y cosecha. Por eso está presente el fuego, con las luces que rememoran los cirios y fogatas con que se alumbraban y calentaban en aquellos días de intenso frío.

De ahí, una rémora de aquellos lejanos tiempos, son las estrellitas, las guirlandas de luces, los focos de los arbolitos y de los pesebres, las lluvias de luces que en estos días dan un mágico encanto al ambiente navideño.

¿Y los regalos?

Pasa que en aquellos tiempos cavernarios, mucha gente preparaba y tenían lista la despensa o los recursos alimentarios para soportar la época invernal.

Pero mucha gente con menos capacidad para colectarlos, pasaba hambre y hasta morían de inanición y frío. Entonces los que más tenían, se solidarizaban con ellos y les regalaba parte de lo que les sobraba. Es el origen de los regalos de Navidad, una costumbre también venida del norte.

En nuestro medio, el regalo es un elemento nuevo, de hace unas décadas. Aún en el interior no está muy arraigada la costumbre de regalar. Es una costumbre urbana que se va expandiendo gracias al consumismo de nuestra sociedad. Aquí no necesitamos regalar nada, porque la naturaleza es pródiga en productos como las frutas de estación, por poner un ejemplo.

Tampoco necesitamos de fuego. Más necesitamos de agua fresca, pero, curiosamente, nos encargamos de pudrir cuanta fuente de agua nos regala la madre natura.

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