Desde Nueva York, ovetense y otro compatriota cuentan con imágenes la vida que se vive en silencio

  • Elías Páez, oriundo de Lambaré, y José Enrique Ávalos Sanabria, del barrio Azucena de Coronel Oviedo, unieron talentos en el Estado de Nueva York para dar vida a un cortometraje que refleja las vivencias cotidianas de los inmigrantes latinoamericanos.
  • El cortometraje fue realizado en las calles del estado de Nueva York revelando, con fuerza y sensibilidad, las luchas cotidianas de los migrantes que se abren camino lejos de casa.
  • Inspirados en sus propias rutinas y las historias de compatriotas, produjeron de forma totalmente independiente una pieza audiovisual.
Enrique en la estación de buses de Nueva York. || Cortesía

A veces, detrás de una rutina que comienza a las tres de la madrugada, hay una historia que merece ser contada. Eso es lo que pensaron Elías Páez y José Enrique Avalos Sanabria, dos paraguayos que decidieron transformar su experiencia de migrantes… en arte.

El resultado fue un cortometraje grabado en el Estado de Nueva York, creado con recursos propios, tiempo robado al descanso y una visión clara: reflejar lo que se vive al otro lado del “sueño americano”.

Elías Páez es oriundo de Lambaré y vive en Estados Unidos hace ocho años. José Enrique, ovetense del barrio Azucena, llegó apenas el año pasado. La conexión fue casi natural ya que ambos trabajan en el rubro de la construcción, uno de los caminos más comunes y duros para quienes emigran sin papeles o sin una red de apoyo sólida. Pero ellos dos también comparten una sensibilidad artística que los llevó a unir fuerzas para dar vida a una historia que no es solo suya, sino la de miles.

“Empezamos con la idea hace como dos meses”, contó Elías a OviedoPress Multimedios, quien asumió el rol de director, productor, guionista y camarógrafo. Sí, todo a la vez.

“Hicimos una reunión, empecé a trabajar en el guión tratando de reunir piezas de diferentes historias, vivencias de mucha gente. La idea era lograr que alguien, al ver el video, se sienta identificado. Con eso, ya habríamos logrado nuestro cometido”, comentó el lambareño. Y lo lograron.

El cortometraje, grabado en lugares cotidianos de Nueva York, como estaciones de tren, buses y obras en construcción, es una especie de espejo silencioso, ya que no tiene efectos especiales ni grandes presupuestos, pero tiene mucha dosis de verdad.

“Mi trabajo fue más bien colaborar con Elías”, relató Enrique, protagonista del corto. “Él fue el que craneó todo: el guión, los lugares de grabación, las escenas. Y lo que se ve ahí es lo que vivimos todos los días: levantarnos temprano, agarrar el bus, correr para llegar al trabajo. Es nuestra rutina”, continuó.

Enrique tiene 31 años. En abril del año pasado, tomó la decisión de emigrar, empujado por las dificultades económicas en Paraguay. “La vida allá es cada vez más difícil. Aunque trabajes de lunes a lunes, muchas veces no alcanza”, reflexionó. Hoy trabaja en la construcción y vive solo en Nueva York. Su familia está toda en Coronel Oviedo.

Elías, que tiene 34, también está solo en el estado. “Tengo una tía y otros parientes, pero están en otros estados. Acá vivo con mi novia, y trabajamos también en construcción. Además, tengo la profesión de fotógrafo, y ahora quiero incursionar más en la videografía. Por eso probamos con este cortometraje, para ver qué tal nos salía”, acotó.

La historia que armaron no es una historia puntual. Es una suma de fragmentos de realidades compartidas entre el miedo de cruzar fronteras, el anhelo de una vida mejor, el cansancio, la soledad y también la esperanza. “El guión no es sobre una sola persona ni una sola nacionalidad. Queríamos que fuese más general, más humano. Hay compañeros que te cuentan cosas que vivieron cruzando la frontera. Y vos escuchás y no podés creer lo que pasaron. Eso quisimos retratar”, explicó Elías.

Con la grabación hecha entre solo dos personas, no fue fácil. Filmaron, actuaron, editaron, coordinaron todo. “Tiramos el centro, corrimos y cabeceamos nosotros mismos”, bromeó Elías. Pero lo que nació de ese esfuerzo es una obra íntima, honesta, con imágenes impactantes y una narrativa que conmueve sin necesidad de grandes palabras.

“Tratamos de que, además de contar una historia, también se vea el paisaje, que la gente pueda sentir aunque sea un poquito lo que es estar acá”, afirmó Elías.

¿Y qué viene después? Por ahora, el cortometraje circula entre amigos, familiares y en redes sociales. Pero no descartan inscribirlo a algún concurso. “Primero queríamos ver la reacción de la gente, y después ver si podemos hacer algo más elaborado. Yo le animo siempre a Elías. Le digo que con esto hay que seguir, por qué no pensar en hacer una película algún día”, señaló Enrique con entusiasmo.

¿Y volver a Paraguay? Está entre los planes de ambos. “Acá es más fácil, o por lo menos menos complicado conseguir equipos”, expresó Elías, que ya sondea precios de cámaras para llevar en su regreso. “Si Dios quiere, sí. Me encantaría seguir allá con algo parecido”, agregó.

Para Enrique, estar en Estados Unidos fue una decisión de vida. “Este país es de muchas oportunidades. Pero hay que venir con propósito, con ganas de buscar tu camino”, aseveró “Solo estando acá uno puede saborear lo que es el esfuerzo”, añadió.

Y mientras la ciudad que nunca duerme sigue su ritmo frenético, dos paraguayos graban, editan, escriben y sueñan. Porque en medio de los rascacielos, el polvo de las obras y las madrugadas de buses apurados, también hay lugar para el arte. Y esa es otra forma, quizás la más profunda, de construir.

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