Del mortero y los yuyos, para sustentar a la familia

• Es el caso de Adolfo Quiñónez, un humilde vendedor de remedios yuyos de Coronel Oviedo, quien incursiona en el rubro desde hace un año, como consecuencia de los avatares de la vida, nos cuenta.
• Desde muy temprano, por la mañana, hasta pasado el mediodía, se encuentra a la vera del ramal de la ruta que lleva a Santaní; “gracias a este puestito, puedo sostener y educar a mi familia”, dice.

A la altura del Km. 137.5 de la Ruta VIII Blas Garay, cerca de la ex Barrera, del ramal que conduce a San Estanislao, se encuentra el pintoresco puesto de venta de remedios yuyos “El Picho de Oviedo”, a cargo de don Alcides Quiñónez, poblador de la zona, quien a base de buen humor y amabilidad, atiende y sirve a todos sus clientes.

El hombre sostiene, que desde hace poco más de un año ha decidido incursionar en el rubro de venta de remedios yuyos, hielo, yerba, preparación de mate y tereré, como consecuencia de los avatares de la vida; “anteriormente emprendía otro trabajo, pero como en eso no me fue bien, decidí cambiar, por mis hijos, en el afán siempre de tener un trabajo digno y honrado”, refiere orgulloso, don Quiñónez.

La jornada laboral de don Quiñónez, arranca todos los días temprano, alrededor delas 05:00 am., para que luego del trajín preparatorio propio de su labor, se encuentre abriendo las puertas de su casilla alrededor de las 07:00 hs., desde ese horario ya se encuentra vendiendo remedios, mate caliente y cartones de bingo.

“La gente viene a buscar el tereré luego del desayuno, después del famoso terere rupa, que generalmente es luego de acomodarse en la oficina u otro lugar de trabajo, proveemos agua fresca, yerba mate, hielo y mazos de ‘pohä ñana’ a G. 500 cada uno, a gusto del cliente”, nos cuenta.

La jornada laboral se extiende hasta aproximadamente las 13:00 hs., cuando ya algunos están volviendo al trabajo luego del almuerzo, o los camioneros paran para alzar su refrescante terere, para sofocar el calor de los viajes por las tarde, todo siempre en un ambiente de distención y afabilidad, comenta.

“No puedo quejarme de las ganancias que me genera mi lugar de trabajo, de aquí quito para el sustento diario, para solventar los gastos dela casa, los estudios de los chicos y poder vivir honestamente, sin perjudicar a nadie, a la tarde me dedico a recargar mis productos con mis proveedores, para luego volver a enfrentar cada nuevo día”, nos dice, optimista.

Sobre el peculiar nombre de su local de venta, solo responde con una sonrisa, “El Picho de Oviedo”, surgió por simple travesura, de una manera en buscar llamar la atención y la risa de la gente, no es por nada en especial, finaliza.