Así se vivía la cuarentena en 2020
- En marzo de 2020, el gobierno decidió prolongar la cuarentena obligatoria, con medidas estrictas como la circulación controlada por retenes policiales y la restricción del transporte público a solo 10 pasajeros para frenar la propagación del Covid-19.
- La crisis sanitaria paralizó la actividad comercial, lo que provocó la pérdida de 40.000 empleos y el cierre de numerosos comercios. Las zonas fronterizas, como Ciudad del Este, vivieron una parálisis total, afectando a miles de trabajadores.
- Los hoteles fueron convertidos en albergues para aquellos connacionales que regresaban del extranjero, donde cumplían con la cuarentena obligatoria. Muchos compartían fotos al finalizar su aislamiento, celebrando su regreso seguro a casa tras superar el confinamiento.
Hace cinco años, la pandemia de Covid-19 mantenía al mundo en una crisis sanitaria y económica sin precedentes. Un día como hoy, en marzo de 2020, el Gobierno analizaba la posibilidad de extender la cuarentena obligatoria, una medida que afectaría profundamente distintos sectores, especialmente la salud y la economía. Finalmente, se decidió prolongarla, lo que generó reacciones diversas en la sociedad.
A estas alturas del año 2020, los compatriotas que llegaban del exterior debían cumplir una cuarentena obligatoria en albergues antes de regresar a sus hogares. La vigilancia en las calles era estricta, con retenes policiales que verificaban el cumplimiento de las restricciones de circulación. Solo los trabajadores considerados “esenciales” podían transitar con un permiso especial.
El transporte público operaba bajo normas rigurosas. Los colectivos solo podían transportar un máximo de diez pasajeros, quienes debían usar tapabocas de manera obligatoria. Además, las unidades debían mantener las ventanas abiertas para garantizar la ventilación. En caso de que algún pasajero presentara síntomas sospechosos, como ataques de tos, era “invitado” a descender del vehículo o recibía la desaprobación del resto de los pasajeros.
La paralización de las actividades comerciales tuvo un impacto devastador en la economía. Alrededor de 40.000 personas perdieron sus empleos desde el inicio de la cuarentena, y numerosos locales comerciales cerraron sus puertas al no poder sostener los costos operativos. En zonas fronterizas como Ciudad del Este, la actividad comercial se detuvo por completo, afectando a miles de trabajadores.
Para sobrellevar la crisis, los choferes del transporte público organizaron ollas populares en distintos puntos del país, brindando apoyo a quienes quedaron sin ingresos. Al mismo tiempo, algunos comerciantes intentaban mantener sus negocios abiertos a puerta cerrada y con un mínimo de empleados.
Las restricciones también afectaron a las instituciones religiosas, que debieron modificar la manera en que llevaban a cabo sus ceremonias. Las misas y cultos se realizaron al aire libre y se transmitieron en vivo a través de redes sociales para evitar aglomeraciones.
Los hoteles fueron adaptados como albergues para los connacionales que regresaban del exterior. A su llegada, los pasajeros eran desinfectados junto con los buses en los que viajaban. Solo podían volver a sus casas después de cumplir la cuarentena obligatoria y obtener un resultado negativo en la prueba de Covid-19. Muchos de ellos, al finalizar el aislamiento, se tomaban fotografías para conmemorar su regreso seguro a casa.
La pandemia dejó cicatrices profundas en la sociedad, pero también evidenció la resiliencia y solidaridad de la población. A cinco años de aquellos días difíciles, la memoria de la cuarentena nos recuerda la importancia de la unidad y la cooperación ante los desafíos globales.
