Accidente lo dejó parapléjico, hoy se gana la vida en los semáforos de Oviedo
- Celestino Benítez, cariñosamente apodado “Don Cañete”, fue víctima de un accidente de tránsito en fecha 26 de febrero de 2014, logró salir con vida, a costa de quedar prácticamente paralítico.
- Fue embestido por un automóvil, en pleno centro de Coronel Oviedo, cuyos dos ocupantes fallecieron en el acto.
- Amén de haber recibido un resarcimiento económico, hoy se gana la vida pidiendo limosnas, en los semáforos y supermercados de la ciudad.
En fecha 26 de febrero de 2014, Celestino Benítez (73), “Don Cañete”, había sido víctima de un accidente de tránsito en pleno centro de Coronel Oviedo, era domingo, alrededor de las 09:00 hs. de la mañana, se encontraba a bordo de su motocicleta a la altura del semáforo de las intersecciones de Defensores del Chaco y Aquedaban (esquina de la Plaza de los Héroes), cuando fue llevado por delante de una Subaru Impreza.
En el vehículo, se encontraban Marcos Rojas (propietario) y Gustavo “Pipo” Zorrilla, ambos amigos se encontraban “terminando” una jornada de fiesta, que inició el día anterior, e imprimían velocidad en plena vía pública del centro de la ciudad, cuando aconteció el lamentable hecho, que se cobró ambas vidas y dejó a Don Cañete con serias lesiones.
Tras ser auxiliado de emergencia, el septuagenario hombre fue sometido a varias cirugías traumatológicas, debido a las lesiones sufridas en la pierna derecha, que le valieron semanas de internación, meses sin recuperación y actualmente, tras cuatros años, lo tiene “confinado” a depender de por vida a una vetusta silla de ruedas.
“Ya sufrí mucho, me debieron operar en ocho ocasiones, tuvo millones de guaraníes en gastos, muchas deudas asumidas, problemas en casa como consecuencia de haber dejado de trabajar durante meses, una herida constantemente abierta y necesidades que no acaban nunca”, nos dice, a hoy, ya con un semblante mucho más optimista.
Refiere la víctima que como consecuencia de las constantes intervenciones quirúrgicas, que nunca sanaban y lo mantenían con la herida abierta, por recomendaciones de varias personas, acabó yendo hasta Calle Arroz, donde un curandero, “médico empírico”, quien luego de extirparle dos fragmentos de huesos rotos, logró sanar totalmente la herida, y relativamente, descansar de los dolores.
Actualmente Don Cañete se gana la vida gracias a la solidaridad de la gente, recibiendo limosnas en semáforos y supermercados de la ciudad, con lo que logra costear el sustento diario, que no es poco, ya que, refiere tiene un gasto diario de G. 42 mil en transporte, debido a que apela a servicios de motocarro y mototaxi, para llegarse desde el barrio Primero de Marzo.
De lunes a sábado, se encuentra en varios puntos de la ciudad, siempre amable y con una sonrisa, recibiendo la asistencia ciudadana.
El hombre anteriormente se desempeñaba como vendedor ambulante, de golosinas, en los estadios de fútbol los fines de semana, y durante los días hábiles, frente a escuelas y colegios, es una persona sumamente conocida y apreciada por la comunidad ovetense.
Indemnización valió para pagar deudas
Ya ni siquiera recuerda el nombre del profesional abogado que lo asistió para tramitar el resarcimiento económico ante la familia de su victimario, pero, menciona don Cañete que luego de varios meses de gestión, logró percibir una suma de G. 30 millones, por parte de la madre de Marcos Rojas, quien también falleciera en aquel accidente, junto con “Pipo” Zorrilla.
“Me valió de algo, con ese dinero logré cubrir muchas deudas, no me duró ni una semana, las 8 cirugías que tuve me costaron mucho más que eso, considerando el daño emergente, no trabajaba, necesitaba muchos remedios, debía pagar gastos en la casa, pero tomé el dinero, por una extrema necesidad del momento”, nos cuenta.
Ahora aún puede valerse, gracias a su silla de ruedas, muy estropeada ya, nos cuenta, al tiempo de pedir ayuda ciudadana para cambiarla, admite que tiene cierto temor, especialmente al futuro, debido a que los achaques de la vida le supondrán más limitaciones con el transcurrir de los años.
“Me hubiese gustado percibir una pensión graciable de por vida, por parte de esa familia, a cambio de los G. 30 millones, hoy pienso y digo que parece que fue poco aquel dinero, que se esfumó en un abrir y cerrar de ojos, una ayuda mensual, me hubiera servido más había sido, pero no me quejo, mientras pueda seguir luchando, no me voy a entregar”, nos dice.
Don Cañete, diariamente va y viene, devorando kilómetros enteros desde barrio Primero de Marzo, empujando su silla de ruedas y sonriéndole a la vida, a pesar de lo duro que le ha dado, admite sentirse infinitamente agradecido, por todas las muestras de aprecio y cariño diario.