“Madera descartada, arte recuperado”: El arte que brota de la tala de árboles
- Una exposición artística convierte restos de madera en piezas que buscan despertar conciencia sobre la pérdida de árboles en el ecosistema.
- La muestra “Había una vez un árbol” está disponible en la Manzana de la Rivera hasta el 20 de marzo, con acceso gratuito.
- La tala indiscriminada y el recuerdo de la infancia en el campo fueron la chispa creativa del artista Nico Espinosa.
La pérdida acelerada de árboles en el paisaje urbano y rural ha motivado diversas iniciativas de concienciación, y el arte no se queda atrás. La muestra “Había una vez un árbol”, que se exhibe en el Centro Cultural de la Ciudad Carlos Colombino de la Manzana de la Rivera, es una invitación a reflexionar sobre la importancia de preservar los árboles en el ecosistema. La exposición, compuesta por dibujos, pinturas y pirograbados, estará abierta al público hasta el 20 de marzo, con acceso gratuito.
El artista Nico Espinosa encontró en la madera descartada una oportunidad para transformar desechos en expresión artística. “Visité a un amigo que comercializa madera y vi un montón de trozos amontonados, listos para ser vendidos como leña. Eran ‘costaneras’, restos considerados inservibles. Llegamos a un acuerdo y seleccioné algunos, con la idea de darles una nueva utilidad“, relató Espinosa sobre el origen de su obra.
De regreso en su taller, el artista se dedicó a limpiar y preparar las piezas de madera. Durante el proceso, los recuerdos de su infancia en el campo comenzaron a aflorar, inspirándolo a plasmar escenas y paisajes de aquellos años. “Pasaba los veranos rodeado de árboles, y en esos fragmentos de madera rescatados del fuego surgieron imágenes que me transportaban a esa época”, explicó.
Las piezas resultantes transmiten emociones y buscan sensibilizar al público sobre la creciente desaparición de árboles en el entorno. Como bien recordaba el escritor Helio Vera, en Paraguay era costumbre plantar árboles frutales en los patios de las casas para protegerse del viento sur en invierno y del inclemente sol en verano. “Cada vez es más común escuchar que hay menos árboles, y es cierto. Donde antes había un tajy, hoy hay una estación de servicio; un mangal extenso ha sido reemplazado por dúplex”, lamentó Espinosa.
La exposición “Había una vez un árbol” no solo ofrece una experiencia estética, sino que también invita a la reflexión sobre la relación entre la naturaleza y el desarrollo urbano. A través del arte, la madera que alguna vez fue parte de un árbol vuelve a contar su historia y a reclamar su espacio en la memoria colectiva.
