¿El hospital que salva vidas o el que las pone en peligro?

El Gran Hospital de Coronel Oviedo, anunciado con bombos y platillos como el más moderno del país, ha traído consigo una pregunta que ningún ministro supo, o quiso, responder: ¿dónde irán a parar los residuos líquidos hospitalarios?

Ministra de Obras Pública, Claudia Centurión || OviedoPress

Por: Cristian Bianciotto
Esta cuestión, que afecta directamente la salud y el medio ambiente, no recibió respuestas claras ni soluciones concretas durante la visita de los tres ministros de Obras, Salud y Ambiente.

La ministra de Salud, María Teresa Barán, se limitó a esquivar las preguntas, demostrando un preocupante desconocimiento sobre el tema, e incluso sobre la fecha de habilitación del hospital. ¿Cómo se puede confiar en autoridades que no están preparadas para responder a las inquietudes más básicas de la ciudadanía?

La ministra de Obras Públicas, Claudia Centurión, ensayó una táctica distinta: eludir el problema con un discurso vacío sobre las bondades del hospital. Y cuando la consulta se tornó incómoda, prefirió recurrir a una figura religiosa, el Monseñor, como si la “anuencia divina” resolviera un problema técnico y ambiental. Para rematar, activó a sus guardias personales para agredir a quienes osaron insistirle en la pregunta clave: ¿dónde irán a parar los residuos?

Finalmente, el ministro del MADES, Rolando de Barros, terminó admitiendo lo que la ciudadanía temía: los desechos líquidos hospitalarios serán vertidos en el río Tebicuary. Un río que no solo es fuente de vida para la biodiversidad, sino también el principal suministro de agua para miles de ovetenses. ¿Qué clase de planificación permite que un hospital, diseñado para cuidar la salud, se convierta en un potencial contaminante del recurso más vital?

Mientras estos ministros ensayan evasivas, la gente exige soluciones. La Junta Municipal de Coronel Oviedo, en representación de la ciudadanía, emitió una resolución clara: suspender el ducto que conectaría los residuos hospitalarios con el Tebicuary. Sin embargo, las autoridades nacionales parecen decididas a atropellar este mandato y el clamor social, priorizando intereses que no representan a la población.

¿Qué esperan quienes se jactan de su cercanía con el presidente de la República? ¿Van a seguir posando en fotos mientras la gente pelea por respuestas? Si realmente están interesados en defender los intereses del pueblo, deberían exigir a estos ministros que presenten alternativas responsables y sostenibles.

El Gran Hospital no puede ser un monumento al progreso mientras al mismo tiempo condena el medio ambiente y la salud pública. El agua que bebemos y el aire que respiramos no son negociables. La ciudadanía está movilizada, y su mensaje es claro: ¡no al vertido de residuos hospitalarios en el Tebicuary!

Si este es el hospital más moderno del país, es hora de que las soluciones también lo sean. Porque salvar vidas no solo depende de quirófanos y médicos, sino de preservar el entorno donde todos vivimos.

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