Promesas vacías y un sistema corrupto
Por Cristian Bianciotto.
El senador Silvio Beto Ovelar ha vuelto a mostrarnos el rostro más crudo del clientelismo político en Paraguay. Con declaraciones incendiarias en la última sesión de la Cámara de Senadores, no solo reconoció su frustración por no colocar a sus “tropas” en el Gran Hospital de Coronel Oviedo, sino que dejó en evidencia el perverso uso de las promesas laborales como herramienta de manipulación política.
Ovelar, quien presume que este hospital lleva su “ADN”, no tuvo reparos en despotricar contra la ministra de Salud, María Teresa Barán, acusándola de un proceso injusto. Sin embargo, esta indignación no es por transparencia ni mérito, sino porque los suyos quedaron fuera. Las reuniones que presumió con el presidente Santiago Peña, el vicepresidente Pedro Alliana y el líder de su partido, Horacio Cartes, no lograron concretar nada. Lo único que dejó claro fue su desesperación por cumplir promesas que nunca debió hacer.
Prometer cargos públicos a cambio de lealtad política no solo es inmoral, sino que perpetúa un sistema corrupto y patrimonialista. El Estado no es una herencia ni una empresa privada, pero para Ovelar, sus adherentes políticos son su “familia” y el acceso a empleos públicos, una recompensa de campaña.
Sin embargo, señalar al senador no basta. ¿Podemos decir que el proceso de selección encabezado por María Teresa Barán fue justo? En absoluto. Las denuncias de venta de rubros y la exclusión de profesionales locales, como los egresados de la UNCA, son un recordatorio de que la corrupción y la inequidad no tienen bandos políticos.
Ahora, la Junta Municipal de Coronel Oviedo toma un rol que merece nuestra atención. Ha recuperado cierta credibilidad con su postura firme en otros temas y exige informes claros sobre este proceso. Es un paso importante, pero insuficiente si no se busca la nulidad del proceso y una revisión seria de los criterios utilizados.
Los hospitales no son trofeos políticos ni bastiones de poder partidario. Son espacios sagrados donde la vida y la salud de los ciudadanos dependen de la competencia, la ética y el servicio. La situación del Gran Hospital de Coronel Oviedo debe ser una oportunidad para reflexionar y exigir un sistema más justo. Basta de políticos que lloran por no cumplir sus promesas falsas; es hora de que el pueblo llore menos por las consecuencias de un sistema podrido.
Que se haga justicia. Que se haga bien. Y que se haga ahora.