En Coronel Oviedo, diagnosticaron apendicitis y quisieron operar a una niña de 8 años, pero el diagnóstico era falso
- Una niña de 8 años con diagnóstico de apendicitis fue enviada a casa por falta de cirujanos pediátricos en el Hospital Regional de Coronel Oviedo. Los padres buscaron ayuda desesperados, pero el sistema público falló.
- En una clínica privada, el médico insistió en realizar una cirugía por 8 millones de guaraníes, pese a que los estudios no confirmaban la urgencia. Los padres, desconfiados, optaron por trasladarla a Asunción.
- En el Hospital Pediátrico Acosta Ñu descartaron la cirugía, confirmando un diagnóstico erróneo. La niña está a salvo, pero el caso evidencia negligencia y fallas en el sistema de salud.
El pasado sábado por la noche, una niña de 8 años en Coronel Oviedo comenzó a sufrir fuertes dolores abdominales. Sus padres, alarmados, la llevaron de inmediato al Hospital Regional de Coronel Oviedo, donde fue diagnosticada con apendicitis aguda. Los médicos explicaron que debía ser sometida a cirugía de urgencia, pero agregaron que no sería posible porque durante el fin de semana no contaban con cirujanos pediátricos disponibles.
Este primer obstáculo dejó a la familia desamparada, enfrentando una realidad que es demasiado común: la falta de profesionales clave en el sistema de salud pública durante horarios críticos. En una situación donde la urgencia puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, los padres decidieron buscar una segunda opinión.
Desesperados, contactaron con el Dr. Manolo Da Silva, propietario del Sanatorio San Carlos, quien les aseguró que contaban con un cirujano pediátrico. En la clínica, fueron recibidos por el médico Ehiser Martínez, quien confirmó el diagnóstico inicial tras realizar estudios y afirmó que no podían perder tiempo: “No podemos esperar más de una hora para que esté en el quirófano“, les dijo el médico, según el relato de la madre.
Cuando los padres preguntaron cuánto costaría la cirugía, la respuesta fue clara: 8 millones de guaraníes. Al explicar que no contaban con ese monto, el médico insistió: “No importa, autoricen la cirugía y mientras yo le opero ustedes se rebuscan por el dinero.” Esta presión, en lugar de brindar tranquilidad, generó dudas en los padres, quienes decidieron trasladar a la niña al Hospital Pediátrico Acosta Ñu en Asunción.
En este punto, la falta de respuesta del SEME (Servicio de Emergencias Médicas Extrahospitalarias) agravó la situación. La familia intentó conseguir una ambulancia, pero no obtuvo respuesta, obligándolos a realizar el viaje en su vehículo particular en plena emergencia, arriesgando la vida de su hija. Fueron más de dos horas de incertidumbre y miedo.
Al llegar al Hospital Pediátrico, los médicos evaluaron el caso con exhaustividad y descartaron el diagnóstico de apendicitis. La niña no necesitaba cirugía, sino tratamiento con medicamentos para una inflamación abdominal. Horas después, fue dada de alta y regresó sana y salva a Coronel Oviedo.
Un sistema que falla en todos los niveles
Este caso deja al descubierto las graves falencias del sistema de salud en Coronel Oviedo. En el sector público, la falta de profesionales disponibles durante el fin de semana es una muestra de la imprevisión y abandono que enfrentan los pacientes más vulnerables. En el sector privado, la insistencia en realizar una cirugía innecesaria, pese a que los estudios no lo respaldaban, refleja una peligrosa mezcla de negligencia y afán de lucro.
¿Qué habría sucedido si los padres no hubieran cuestionado el diagnóstico y autorizado la cirugía? Probablemente hoy estaríamos hablando de un procedimiento quirúrgico innecesario con posibles riesgos para la salud de la niña y un golpe devastador para la economía de la familia.
Además, la falta de respuesta del SEME expone la fragilidad de los servicios de emergencia. En un país donde el acceso a transporte médico es vital, depender de un vehículo particular no debería ser la única opción en una situación de vida o muerte.
Reflexión final
Aunque esta historia tuvo un desenlace favorable, es un recordatorio de que muchas familias no corren con la misma suerte. El sistema de salud, tanto público como privado, debe rendir cuentas por estas fallas. La falta de previsión, la presión económica y la negligencia médica no solo ponen en riesgo vidas, sino que también erosionan la confianza de la ciudadanía en las instituciones.
Es hora de exigir respuestas, sanciones y cambios estructurales. Porque ningún padre debería enfrentarse a la desesperación de elegir entre arriesgar la vida de su hija o someterla a un procedimiento innecesario. Y ningún niño debería depender de la suerte para recibir la atención que merece.