Adiós a Mario Gómez, el minero que sobrevivió al polvo y al encierro falleció a los 74 años

  • Mario Gómez Heredia, uno de los 33 mineros rescatados de la mina San José en 2010, falleció a los 74 años tras años de lucha contra enfermedades pulmonares provocadas por la exposición al polvo en la minería.
  • Padecía silicosis y fibrosis pulmonar, adquiridas tras décadas de trabajo en la minería, lo obligaron a depender de oxígeno desde 2017.
  • Tras sobrevivir 68 días atrapado en la mina San José, Mario Gómez fue uno de los 33 rescatados que conmocionaron al mundo.
Mario Gómez Heredia, el más longevo de los mineros. || Cortesía

Este sábado 21 de septiembre, se apagó la vida de Mario Gómez Heredia, uno de los 33 mineros que conmocionaron al mundo al ser rescatados de las profundidades de la mina San José, en Chile, en 2010. A los 74 años, y tras años de luchar contra las secuelas de una vida en la minería, Gómez dejó este mundo, confirmándose su fallecimiento a través de la funeraria Candelaria de Copiapó.

Mario Gómez fue el minero de mayor edad que estuvo atrapado a 720 metros de profundidad durante 68 días y, hasta su último aliento, luchó contra la silicosis y fibrosis pulmonar, enfermedades crónicas que había adquirido tras décadas de inhalar polvo de sílice y otros minerales.

Desde 2017, dependía de un tubo de oxígeno para sobrevivir, su movilidad limitada por una enfermedad que le asfixiaba lentamente, pero no le doblegaba el espíritu.

Gómez había iniciado su vida en la minería desde los 14 años. Con el paso de los años, la constante exposición al polvo tóxico lo fue debilitando. “Yo trabajo en minería desde los 14 años, ahí empecé a juntar tierra, y se puso peor cuando estuvimos todo ese tiempo comiendo polvo en la San José”, confesó en 2017, en una entrevista donde relataba cómo la enfermedad había consumido el 50% de sus pulmones.

Cinco años después del histórico rescate, su salud empezó a deteriorarse a un ritmo alarmante. En 2018, fue ingresado al Hospital del Tórax, donde los médicos intentaron estabilizar su ya frágil estado. “Ando con mi máquina de oxígeno para todos lados, no puedo hacer una vida normal. Estoy encomendado a Dios, pero quiero aferrarme a la vida”, expresaba con esperanza, pero consciente de que cada día se volvía una batalla más difícil.

Mario Gómez no solo fue uno de los mineros rescatados de las profundidades; fue la voz de la esperanza en medio de la desesperación, y su resistencia durante esos fatídicos 68 días quedó grabada en la memoria colectiva de una nación.

El derrumbe de la mina San José, que los dejó sepultados a 720 metros bajo tierra, fue una tragedia que movilizó a Chile y al mundo entero. Durante más de dos meses, Gómez y sus compañeros subsistieron con lo poco que quedaba dentro de la mina, mientras afuera, miles de corazones latían al unísono esperando el milagro.

El 13 de octubre de 2010, el milagro llegó. Los 33 mineros fueron rescatados con vida, en un evento televisado a nivel mundial que marcó un hito en la historia de los rescates mineros. Mario Gómez emergió como el más veterano del grupo, con la mirada cansada, pero llena de gratitud por una segunda oportunidad.

Sin embargo, su historia no terminó con el rescate. En su interior, el polvo de la mina continuó su trabajo, silencioso y devastador. La silicosis, una enfermedad incurable que afecta a los mineros por la inhalación de partículas de sílice, fue el precio que pagó por años de duro trabajo bajo tierra. La enfermedad había ido minando sus fuerzas, causando severas dificultades respiratorias y atándolo a una máquina de oxígeno.

“En pocos meses me siento bastante complicado. La enfermedad avanza y no se detiene”, decía en una entrevista en 2018. Pero aún así, Gómez nunca perdió la fe. Siempre encomendado a Dios, luchó con cada inhalación hasta que su cuerpo no pudo más.

El legado de un héroe

Con su partida, Chile despide a uno de los últimos testigos de uno de los capítulos más dramáticos de su historia reciente. Mario Gómez no solo sobrevivió al colapso de una mina, sino también a una vida marcada por el sacrificio y el trabajo duro. En cada uno de sus compañeros de lucha, en cada trabajador que desciende a las profundidades de la tierra, quedará su legado: la lucha por la vida, por la dignidad y la esperanza en medio de la adversidad.

El héroe que volvió de las profundidades hoy descansa en paz, lejos del polvo y la enfermedad, pero su memoria seguirá viva, como un símbolo de la fortaleza del espíritu humano.

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