“En el 86′ habíamos pagado los frentistas por el empedrado”

  • Rememoran felices y orgullosos los vecinos de calle Aquidabán, recientemente pavimentada por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), en un tramo de 822 metros, hasta conectar el ramal a La Pastora.
  • Wilfrido Cáceres, su esposa Matilde, junto con Mirian Ojeda, historiaron cómo fue progresando la antigua vía que servía de salida y acceso principal a la ciudad, según cuentan, desde principios de 1.800.
  • En 1.986 fueron los propios frentistas quienes debieron costear el pago del empedrado, con mucho esfuerzo de los vecinos, quienes debieron recurrir a organizar actividades, torneos e incluso en algunos casos, préstamos bancarios y lograr el lento, pero paulatino progreso comunal.

Doña Matilde Portillo, su esposo Wilfrido Cáceres y Doña Mirian Ojeda (de izquierda a derecha), antiguos pobladores de “Calle Troncón” celebran jubilosos la obra de pavimentación que hoy da otra fisonomía al barrio Capitán Roa. || OviedoPress

La recientemente pavimentada avenida Aquidabán, ex calle Troncón, constituye para sus pobladores y Coronel Oviedo, una histórica vía de acceso y salida a la ciudad, testigo vívido de acontecimientos y sucesos que marcaron el crecimiento y desarrollo del pueblo, según nos relatan sus antiguos pobladores, con prueba documental y fotográfica, la calle tuvo sus orígenes allá por los inicios del 1.800, quizá antes incluso, ligado a la fundación misma del paraje de Ajos, en octubre de 1.758.

Mirian Ojeda, ex educadora, nieta de Don Fabián Ojeda, ex activista comunitario, nacido en 1876 en San José de los Arroyos, destacado hombre que sentó raíces en calle Troncón, enclavado en el actual barrio Capitán Roa, fue un entusiasta hombre que contribuyó en el crecimiento de su comunidad, su militancia colorada es recordada, merced a su gestión como presidente de seccional, en dos ocasiones, allá por la década del 40′ y 50′, nos cuenta la nieta, quien es hija de Fabio Ojeda.

Así mismo, nuestra entrevista transcurre con los relatos de una antigua pareja, radicada en el barrio, formada por Don Wilfrido Cáceres (83) y Doña Matilde Portillo de Cáceres (80), el primero guaireño, se trasladó hasta Coronel Oviedo en 1.947, a la edad de 11 años, nueve años después se unía en matrimonio a su incondicional compañera de vida, con quien lleva casado 62 años, habiendo criado 8 hijos, a la vera de la calle Troncón, en una modesta vivienda, con el esfuerzo cotidiano del destacado zapatero, Don Wilfrido, cariñosamente llamado; “Don Marrón”.

Rememoran que, de acuerdo a su vivencia personal, testimonios familiares escritos y de transmisión verbal, Troncón existe desde mucho antes que Coronel Oviedo sea una ciudad interconectada por la red vial nacional que converge en el Cruce Internacional, con las rutas que conducen hacia los cuatro puntos cardinales; “Troncón era la calle de acceso y salida a la ciudad, por acá llegaban las caravanas desde la capital del país e iban escasamente hacia el Norte y de manera fluida hacia el Sur, por Villarrica, hacia Asunción de nuevo, o hacia Encarnación, la ruta al Este, no existía”, recuerda Don Wilfrido.

A su vez, Doña Mirian refiere de la nostálgica convivencia vecinal de antaño; “En la antigüedad, podríamos decir que ésta era la calle principal de la ciudad, que creció mucho hacia el Norte, hacia lo que hoy es barrio Primero de Marzo, luego al habilitarse la entrada por la Ruta II Mariscal Estigarribia, fuimos quedando relegados, pero con mucho esfuerzo de vecinos, como familia unida que somos, siempre íbamos progresando, como un barrio tranquilo y modesto de la ciudad”, reflexiona a su tiempo.

Progreso de la calle
En este aspecto, rememoran nuestros protagonistas, que fueron los pobladores mismos quienes a lo largo de toda la historia, siempre han mantenido en condiciones y cuidado por las buenas condiciones de la calle Troncón, que en sus orígenes era vía de acceso de productos agropecuarios desde zona de Nueva Londres, e incluso capital, con las caravanas de carretas tiradas a bueyes; “En esa época se contaba con una picada agreste y sinuosa, pero siempre transitable, gracias a su buena canalización, que con el tiempo desapareció”, señala Mirian Ojeda.

Ya con el tiempo, vista la necesidad de modernizar esta vía, a principios de la década de 1.980, los vecinos organizados, se plantearon como objetivo firme, pavimentar con empedrado, la añosa y por entonces desgastada calle, por lo que con el esfuerzo y colaboración de todos, se iniciaron las gestiones para empedrar unos 822 metros lineales, desde la esquina de la actual Comisaría 22, hasta el empalme con el ramal a La Pastora, en la ex parada de buses, del barrio General Díaz.

En 1.986 tras años previos de autogestión y contribución vecinal, emprendieron el ambicioso proyecto de empedrar la calle, luego de organizar actividades de generación de recursos, rifas, bingos, torneos deportivos, torneos de truco, comilonas y múltiples iniciativas comunitarias, lograron juntar un capital base, refiere Don Wilfrido Cáceres.

A partir de allí, se pusieron en contacto con una empresa constructora, a la que encargaron la obra; “Eran otros tiempos, nuestra municipalidad y delegación de gobierno no tenían los recursos para tamaña obra, que para la época era muy ambiciosa, así es que, fuimos los propios frentistas quienes pagamos por nuestro empedrado”, cuentan orgullosos y felices por el logro de antaño.

A partir de allí, se pusieron en contacto con una empresa constructora, a la que encargaron la obra; “Eran otros tiempos, nuestra municipalidad y delegación de gobierno no tenían los recursos para tamaña obra, que para la época era muy ambiciosa, así es que, fuimos los propios frentistas quienes pagamos por nuestro empedrado”, cuentan orgullosos y felices por el logro de antaño.

Según Don Wilfrido, a la par de los fondos que se logró colectar, la diferencia presupuestaria que representaba aún mucha inversión, fue pagada por los mismos frentistas, de acuerdo a la cantidad de metros que pasaba frente a sus domicilios, en co participación con el vecino o propietario de enfrente; “En mi caso, tuve que pagar unos G. 138 mil, por los 10 metros de frente, que me correspondía, por la construcción del empedrado”, cuenta.

Así mismo, dadas las circunstancias de accesibilidad financiera, muchos de los pobladores debieron recurrir a préstamos bancarios, o trueque por mano de obra con la empresa constructora, de modo a acelerar la construcción y concluirla de manera anhelada, en tiempo y en forma.

“Luego del empedrado, a partir de la década del 90′ siempre se peleó por lograr el asfaltado, pasaron más de 30 años y hoy es una realidad, lo celebramos y agradecemos al Ministerio de Obras y la Municipalidad, por la gestión, hoy esto nos paga el propio gobierno, situación que antes era impensado, pero que nos enseñó igualmente a valorar lo nuestro y a trabajar denodadamente, por nuestro progreso”, concluye Mirian Ojeda.

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