Matrix se acerca a la vida real: Desarrollan una interfaz cerebro-ordenador para humanos
- Un nuevo microchip podría traer beneficios médicos… y riesgos de ciberseguridad.
- En Matrix, todo lo que ocurre es controlado artificialmente, las personas son “cosas” esclavizadas por máquinas y las inteligencias artificiales creadas.
- En la vida real, una interfaz cerebro-ordenador podría convertir en realidad la Matrix, pero con otro sentido. Esta interfaz está en fase de ensayo clínico en pacientes humanos, de acuerdo con un reporte del sitio web de Computer Hoy, desarrollada por Synchron, el competidor emergente de las interfaces cerebrales con su dispositivo Stentrode.
Las primeras pruebas con cuatro pacientes se realizaron en Australia y han evolucionado favorablemente, sin efectos secundarios tras más de un año de uso. El Stentrode es un conjunto de mallas de electrodos que se implanta a través de la vena yugular.
Lo que supone un gran avance a la hora de resolver problemas médicos.
También llamado BCI, las siglas en inglés de Interfaz Cerebro Computadora, permite detectar y transmitir, de forma inalámbrica la intención del motor, utilizando un lenguaje digital patentado para permitir que el paciente pueda controlar sus dispositivos personales con solo apuntar.
Lo anterior significa que un gran número de pacientes podría beneficiarse de este avance. Todo dependerá de los resultados finales de las pruebas y si se demuestra que es seguro.
Riesgo de brainjacking Los implantes cerebrales son microchips que se conectan directamente al cerebro para establecer una interfaz cerebro-ordenador para resolver problemas neurológicos.
Pueden mejorar la memoria, ayudarlo a escuchar música y en un futuro podrían curar lesiones o daños severos.
Sin embargo, muchos expertos han advertido sobre el brainjacking, un tipo de ciberataque en el que los hackers pueden tener acceso no autorizado a los implantes neuronales, comprometiendo la seguridad del paciente.
El tema de la seguridad ha generado debates en la comunidad científica, pero defensores de los microchips como Elon Musk han priorizado sus beneficios médicos.