La Independencia sigue enseñándose de manera tradicional en las aulas de nuestro país
- A pesar de conmemorarse cada año, la Independencia sigue enseñándose de forma tradicional y memorística en las escuelas, sin promover un análisis crítico del proceso histórico.
- Docentes señalan que la falta de enfoque crítico, la baja comprensión lectora y la sobrecarga laboral del profesorado son algunos de los principales obstáculos para renovar la enseñanza de la historia.
- Educar en libertad e independencia requiere más que fechas y nombres: implica conectar los ideales de 1811 con los desafíos actuales, fomentando el pensamiento crítico y el diálogo en las aulas.

Cada 14 y 15 de mayo, los colegios y escuelas se visten de rojo, blanco y azul. Se entonan himnos, se recitan discursos, y se recuerdan los nombres de los próceres que, en 1811, impulsaron la emancipación del dominio español. Pero, tras más de dos siglos de esta gesta revolucionaria, la enseñanza de la Independencia nacional parece seguir atrapada en una cápsula del tiempo.
Julio Espínola, docente y miembro de la Academia Paraguaya de la Historia, lo dice sin rodeos: “El enfoque pedagógico sigue siendo tradicional. Se repiten fechas, nombres y hechos como una línea cronológica que memorizar, no como un proceso que comprender”. Espínola, que participa en la actualización curricular liderada por el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), advierte que el modelo actual no permite una mirada crítica ni una conexión profunda con la historia.
En las aulas, la historia de la Independencia suele contarse sin revisar el papel de los sectores populares, sin cuestionar los mitos construidos y sin introducir enfoques de género o interculturales. “No se trata solo de voluntad docente”, agrega, “sino de un problema estructural: los profesores de básica son generalistas, y los de media están saturados de horas cátedra. A eso se suma la baja comprensión lectora, tanto en docentes como en estudiantes”.
La profesora Majo Quevedo, quien enseña Historia y Ciencias Sociales en educación media, coincide: “Cada año damos lo mismo, los estudiantes lo notan. Hablan de cañones, de próceres, pero no entienden qué significó realmente ese momento”. Aún así, encuentra espacios para sembrar preguntas: ¿Qué es la libertad hoy en día? ¿Qué significan la unión o la igualdad? “Ahí se genera el verdadero aprendizaje —dice—, cuando conectamos el pasado con lo que somos ahora“.
Ambos docentes coinciden en que los esfuerzos del MEC por renovar el enfoque curricular son valiosos, pero lentos y de alcance limitado. Mientras tanto, la historia sigue presentándose como un relato inamovible, cuando debería ser una invitación a pensar, a debatir, a entender quiénes somos como país.